VIVIR UNA VIDA VIRTUOSA A TRAVÉS DEL EJEMPLO DE LA VIRGEN MARÍA

La Virgen María fue preservada de toda mancha de pecado original, ella fue redimida anticipadamente por Cristo, por eso es modelo de perfección en todas sus virtudes.

Parece imposible imitar todas las virtudes de un ser tan perfecto como María, por eso primero  debemos entender cómo vivió sus virtudes para luego aplicarlas a nuestras vidas.

El santo Francés San Luis María Grignon de Monfort en su obra espiritual mariana «El Tratado de la Verdadera Devoción», resalta 10 virtudes principales de la Virgen, que podemos usar como referencia para imitar, y son las siguientes:

1. Humildad Profunda

La Santísima Virgen reveló su humildad cuando proclamó su cántico, El Magníficat.

Toda su canción no trata de ella, sino que trata sobre lo glorioso que es Dios y todas las grandes cosas que ha hecho por ella. 

Para ser humildes debemos reconocer todas nuestras limitaciones y debilidades, y asumir que no somos perfectos, reconociendo que todo lo que somos y tenemos es obra de Dios.

2. Fe Viva

La Santísima Virgen experimentó la fe desde una existencia plenamente humana, fue una fe viva y que se transformó. Sin conocer plenamente el plan de Dios, ella afirmó su entrega y servicio sin perder su fe en los momentos de dolor y adversidad.

Para tener una fe viva debemos acoger las enseñanzas que Jesús nos dejó mediante su Iglesia, aceptando en todo momento Su voluntad por amor a Él.

3. Obediencia Ciega

La obediencia ciega de María se refleja en el nombre que ella misma se dio “La Esclava del Señor”, porque siempre estuvo desprendida de la voluntad propia, solo contemplando la voluntad de Dios.

Para ser obedientes debemos tener una actitud de servicio y obediencia a Dios, poniendo a un lado nuestras inquietudes personales, o preocupaciones de lo que nos deparará el futuro, debemos abandonarnos a la voluntad divina y cumplirla con un corazón abierto.

4. Oración Constante

Toda la vida de María  fue una oración constante, porque orar es responder al amor de Dios y la vida de María fue una respuesta total.

Para cultivar la virtud de la oración debemos escuchar y meditar en silencio, las obras y palabras de Dios en nuestro corazón.

5. Mortificación

La vida de la Virgen María estuvo llena de dolor, adversidades y sacrificios, los cuales ella asumió por amor y para la gloria de Dios.

Cuando hacemos sacrificios, imitamos a la Virgen María en la virtud de la mortificación, la cual nos orienta hacia Dios y nos aleja de nosotros mismos.

6. Divina Pureza

María es pura y virgen antes, durante y después del nacimiento de Jesús. Su corazón inmaculado no se dejó mezclar con el mal y con el pecado.

Para ser puros debemos evitar las ocasiones que puedan hacernos caer en tentación. Nuestros ojos, oídos, palabras, pensamientos y acciones siempre deben estar orientados a Dios.

7. Caridad Ardiente

María siempre tuvo la disposición de servir y ayudar a los demás, un ejemplo de esto lo vemos en el relato de la visita a su prima Isabel, cuando estando embarazada se olvida de sí misma, acudiendo presurosa a prestar su ayuda.

Ser caritativos como María es amar al otro por amor a Dios.

8. Paciencia Heroica

La Virgen María conservó la paciencia en los sufrimientos, en la pobreza, ella aceptó con paciencia las flaquezas y debilidades del prójimo. Ella aceptó todas las situaciones con confianza y la esperanza puesta en Dios.

Para ser pacientes debemos no adelantarnos al plan de Dios, sino esperar confiadamente en él.

9. Dulzura Angelical

María, la más dulce de la Madre, se demostró siempre dócil, tierna y suave con todos los que le rodeaban.

Para practicar la virtud de la dulzura, nuestros actos, gestos, palabras, formas deben  ser suaves y amables.

10. Divina Sabiduría

A María siempre se le ha dado el nombre de Trono de la Sabiduría, porque ella permitió al poder y la sabiduría de Dios ocupara Su trono en ella, eligiendo creer en la Palabra de Dios en lugar de entregarse a sus propios miedos.

Nosotros seremos más sabios al conocer y al creer en la verdad de la palabra de Dios.

La Virgen María no solo es nuestra madre, también es nuestra amiga, nuestra compañera que nos acompaña en el camino cuando seguimos a Cristo. Por eso al hacer nuestras oraciones debemos pedirle que nos ayude a ser como ella y a imitar todas sus virtudes.

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