Comúnmente se ha representado al Espíritu Santo como una palomita blanca que baja del cielo, así como se manifestó por primera vez cuando Juan el Bautista bautizo a Jesús, pero es mucho más que eso.
En el día de Pentecostés el Espíritu Santo se manifestó visiblemente para que todos nosotros pudiésemos entender Su tercera persona en la Santísima Trinidad.
Por eso Pentecostés es una de las festividades más importantes que celebramos en la Iglesia Católica, en este día no solo conmemoramos el inicio de la Iglesia, también celebramos el descenso del Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad.
Pentecostés se celebra cincuenta días después de la Pascua, por lo que su fecha varía cada año, y se sitúa generalmente entre mayo y junio.
Su origen coincidía con la festividad judía de Shavuot, en dónde se celebraba la cosecha del período siguiente a la Pascua.
La Virgen María y los Apóstoles se reunieron para celebrar el Pentecostés con una peregrinación habitual a Jerusalén, y al igual que ellos muchos judíos.
Al llegar el día de Pentecostés estaban todos reunidos…De repente vino del cielo un ruido como una impetuosa ráfaga de viento, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que ser repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos, se llenaron todos de Espíritu Santo y se pusieron a hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Residían en Jerusalén hombres piadosos, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo.” (Hch. 2, 1-5)
Ese día el Espíritu Santo se manifestó visiblemente sobre los apóstoles, escogiendo para esto dos elementos: El Viento, y Lenguas fuego.
¿Por qué fueron elegidos estos elementos para describir la venida del Espíritu Santo?
LENGUAS DE FUEGO
Lenguas es un idioma sobrenatural, inspirado por Dios. Hablar en lenguas, es hablar en un idioma que no es el propio, puede ser un idioma que no es de esta tierra, un idioma angelical, que no conocemos y que no existe en la cultura humana, o simplemente puede ser un idioma humano que no conocemos de otra nación, pero que Dios nos da la facultad de hablar.
Recordando el contexto de la festividad de Pentecostés, había muchas personas provenientes de otras naciones, las cuales hablaban diferentes idiomas. El Señor le dio a los apóstoles la facultad de hablar en esos idiomas diferentes, porque Él tenía un propósito en ello, un propósito simbólico, relacionado con el carácter universal y mundial del evangelio y de la Iglesia.
Las diferentes lenguas muestran la diversidad, que se armoniza con la presencia del Espíritu Santo. Y así como la Torre de Babel dividió al género humano, en Pentecostés Dios reunió el género humano a través del lenguaje del Espíritu.
Hasta el día de hoy, los obispos de la iglesia, que son sucesores de estos apóstoles, usan sombreros (mitras) en forma de llama de fuego.
EL VIENTO
El viento siempre ha sido símbolo del espíritu de Dios. En el Antiguo Testamento se usa la palabra en hebreo ‘ruaj’ que significa aliento, viento o espíritu.
Esta descripción de soplo de vida nos confirma como el Espíritu Santo existía desde el inicio de la creación del primer hombre cuando sopló sobre su nariz.
Los apóstoles después de la resurrección de Jesús se encerraron llenos de miedo. En Pentecostés se llenaron de la fuerza del Espíritu Santo con ese nuevo soplo de vida, fueron liberados del temor y las dudas, y fueron impulsados a la misión a la que habían sido encomendados.
El Espíritu Santo trae la presencia de Dios a nuestras vidas cuando mediante el sacramento del Bautismo el sacerdote reza pidiendo a Dios que nos libere del pecado original e invoca Su presencia. Es el que nos hace partícipe de la pasión de Jesús cuando nos da el valor de vivir y defender nuestra fe cristiana, y también es el que nos infunde pureza y nos santifica, ya que nos ayuda a ver nuestro pecado, arrepentirnos, y ser purificados mediante el Sacramento de la Confesión.