¡SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PONGO MI CONFIANZA EN TI!

Mientras ponía a dormir a uno de mis gemelos en la cama, no pude evitar sentirme fascinada por el inmenso amor que le tengo a este pequeño. Es realmente sorprendente cómo una persona tan pequeña puede evocar emociones tan fuertes en sus padres. Esto me hizo reflexionar sobre el amor ilimitado que Dios, creador de mis hijos, de mí y de toda la humanidad, debe tener por nosotros.

El amor de un padre no se puede comparar con el amor de Dios, pero ambos comparten la característica de ser incondicionales, ya que el amor por un hijo no cambia sin importar sus acciones o reciprocidad de nuestro amor. De la misma manera, el amor de Jesús hacia nosotros es como el amor de un padre hacia su hijo, sólido e inmutable, pero profundamente herido si no es correspondido, superando cualquier emoción que podamos sentir.

El sacrificio final de Jesús en la cruz, rodeado solo por su Madre y unos pocos compañeros leales, ejemplifica el inmenso amor que Él tiene por su padre y por la humanidad. A pesar del dolor y el sufrimiento, Sus últimas palabras llenas de caridad, “Padre, perdónalos por qué no saben lo que hacen”, muestran la capacidad ilimitada del amor de Su Sagrado Corazón, superando cualquier comprensión humana del amor y la compasión.

El Sagrado Corazón de Jesús es el mejor ejemplo de cómo amar a Dios con todo nuestro ser. Por esta razón, la Iglesia Católica ha dedicado los primeros viernes de cada mes al Sagrado Corazón de Jesús, dándonos la gran oportunidad de que lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en este día.

Esta devoción comenzó cuando El mismo Jesús se le apareció en varias ocasiones a una religiosa llamada Margarita María de Alacoque, para expresarle cuánto la amaba a ella y a todos los hombres, y cuánto le dolía a Su Corazón que los hombres se alejaran de Él debido al pecado.

Durante estas visitas, Jesús le pidió que nos enseñara a amarlo más, a tener devoción hacia Él, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para que Su Corazón no sufra más a causa de nuestros pecados.

Jesús le prometió a Santa Margarita de Alacoque que si una persona comulga los primeros viernes de cada mes, durante nueve meses consecutivos, le concederá lo siguiente:

Les daré todas las gracias necesarias a su estado (casado(a), soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a Dios).

Pondré paz en sus familias.

Los consolaré en todas las aflicciones.

Seré su refugio durante la vida y, sobre todo, a la hora de la muerte.

Bendeciré abundantemente sus empresas.

Los pecadores hallarán misericordia.

Los tibios se harán fervorosos.

Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran perfección.

Bendeciré los lugares donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.

Les daré la gracia de mover los corazones más endurecidos.

Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.

 La gracia de la penitencia final: es decir, no morirán en desgracia y sin haber recibido los Sacramentos.

Condiciones para alcanzar estas gracias:

1. Recibir la Sagrada Eucaristía, con la debida disposición (en estado de gracia), durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva (sin ninguna interrupción).

2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.

3. Ofrecer cada Sagrada Eucaristía como acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.

Los Evangelios nos revelan el Sagrado Corazón de Jesús, como un corazón humano, sensible y lleno de emociones, pero al mismo tiempo divino, mostrándonos el misterio de un amor único. El amor de Dios nuestro Padre, Él que nos ha amado desde la eternidad se manifestó a través del amor humano de Cristo y Su sacrificio en la Cruz, en la cual dejó que Su costado fuera traspasado para que pudiéramos ver que Su corazón se abre a todos los corazones que le buscan confiados en su misericordia.

¡Por tu gran sacrificio de amor y por tus promesas Sagrado Corazón de Jesús, pongo mi confianza en Ti!

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