Durante el año jubilar de la Esperanza y la temporada de Pascua, la elección del Papa León XIV marca un momento histórico para nuestra Iglesia Católica. Robert Francis Prevost, el 267º sucesor de Pedro, no solo es el primer pontífice estadounidense, sino también un hombre cuya vida ha estado marcada por el servicio, la humildad y un profundo compromiso con las comunidades más necesitadas.
Raíces multiculturales y vocación temprana
Nacido en 1955 en una familia de ascendencia francesa, italiana y española, Robert Prevost creció en un ambiente donde la fe y la diversidad cultural se entrelazaban. Desde joven, sintió el llamado al sacerdocio y, a los 18 años, ingresó al seminario menor de los Agustinos, orden a la que permanecería fiel toda su vida. Su formación intelectual fue tan sólida como su espiritualidad: estudió Matemáticas en la Universidad de Villanova y luego Teología en la Unión Teológica Católica (CTU) en Chicago, combinando la precisión científica con la profundidad teológica.
Su misión en Perú
En 1982, Prevost obtuvo un doctorado en Derecho Canónico, sin embargo, su vida dio un giro inesperado cuando fue enviado como misionero a la prelatura de Chulucanas, en Perú. Allí, enfrentó realidades de pobreza extrema y aislamiento, experiencias que moldearon su visión pastoral.
Su labor en Perú incluyó roles como profesor de Derecho Canónico, director del seminario de Trujillo y juez canónico. Estas responsabilidades fortalecieron su reputación como líder pragmático y compasivo. En 1998, fue elegido superior provincial de los Agustinos en Chicago, y en 2001, en una votación récord, se convirtió en prior general de la orden a nivel mundial.
Ascenso en la Curia y Confianza del Papa Francisco
El Papa Francisco, reconociendo en Prevost a un pastor cercano a las realidades sociales, lo nombró administrador apostólico de Chiclayo en 2014 y luego obispo en 2015. Su trabajo en Perú, donde enfrentó crisis económicas y desafíos pastorales, demostró su capacidad para unir fe y acción social.
En 2023, Francisco lo llamó a Roma como prefecto del Dicasterio para los Obispos, uno de los cargos más influyentes de la Curia. Desde allí, Prevost participó en la selección de obispos en todo el mundo, promoviendo líderes con un perfil pastoral y misionero. Su nombramiento como cardenal en julio de 2023 y luego como cardenal-obispo de Albano en febrero de 2025 lo consolidaron como una figura clave en la Iglesia.
¿Por qué el nombre León XIV?
Al ser elegido Papa, Prevost sorprendió al elegir el nombre León XIV, un homenaje a dos grandes antecesores: 1. León I (San León Magno): Defendió la ortodoxia en el siglo V y consolidó la autoridad papal. 2. León XIII: Autor de “Rerum Novarum” (1891), pionero en la doctrina social de la Iglesia.
Con este nombre, el nuevo Papa envía un mensaje claro: busca ser un líder firme en la fe, pero también un promotor de justicia y diálogo. “En tiempos de división, la Iglesia debe ser un puente”, declaró en su primer mensaje urbi et orbi.
Un Pontificado en Tiempos de Esperanza
León XIV asume su ministerio en un año jubilar dedicado a la Esperanza y en plena temporada de Pascua, un simbolismo que no pasa desapercibido. Su vida, marcada por el servicio en las periferias y su capacidad de escucha, lo convierten en un faro de renovación para la Iglesia.
En su primera homilía, dijo a los fieles a “Me habéis llamado para llevar una cruz y para ser bendecido con esta misión y quiero que vosotros caminéis conmigo porque somos Iglesia, una comunidad que debe anunciar la Buena Nueva”
Su elección no solo llena de orgullo a los católicos estadounidenses, sino que renueva la esperanza de una Iglesia más cercana y comprometida con los más vulnerables.
Con humildad agustiniana y un corazón abierto, León XIV ahora guía a nuestra Iglesia hacia un futuro donde la fe y la caridad caminan juntas, recordando que Dios sigue escribiendo la historia con hombres dispuestos a servir con amor.