NACIDOS PARA ESTE TIEMPO

Estos últimos meses debo reconocer que he sentido miedo. Un temor profundo, que no me dejó dormir por varias noches. No era un miedo por mí, sino por mis hijos. Cada vez que los miraba, mi corazón se estremecía al imaginar el mundo que les ha tocado vivir.

Las noticias sobre tiroteos en las escuelas, en las iglesias, la violencia contra inocentes y el asesinato de personas que defienden el bien, me golpeaban como una realidad cercana, que puede alcanzarnos en cualquier momento. Y no solo eso: también en la vida diaria, hasta en un simple recorrido al supermercado, mis hijos están expuestos a escenas de confusión, como ver hombres vestidos de mujer y viceversa, señales de una sociedad que ha perdido el rumbo del plan de Dios. El miedo llegó a tal punto que, incluso dentro de la Iglesia, mientras asistía a misa me descubrí ideando lugares donde podría esconderme con mi familia en caso de un ataque. Fue un pensamiento doloroso, porque la Iglesia siempre ha sido para mí un espacio de refugio y encuentro con Dios. Y sin embargo, ahí estaba yo, imaginando estrategias de escape.

Esa experiencia me reveló hasta dónde puede arrastrarnos la ansiedad cuando dejamos que la inseguridad del mundo penetre en el corazón. En esos días oscuros me preguntaba: ¿cómo proteger a mis hijos?, ¿cómo blindarlos ante tanta maldad? Sentía que el miedo quería robarme la paz y sembrar dudas sobre el plan de Dios. Sin embargo, en medio de mi angustia, el Señor me recordó una verdad fundamental: Él no comete errores, y nos ha creado para este tiempo con un propósito específico.

La historia de Ester: una inspiración para hoy

En esos días leí la historia de Ester. Esa joven judía, huérfana y aparentemente insignificante, fue puesta en un lugar de influencia en el palacio del rey persa. La amenaza contra su pueblo era real y terrible, y ella misma corría peligro. Ester pudo callar y esconderse, pero eligió confiar en Dios y dar un paso de fe. Su tío Mardoqueo le dijo unas palabras que hoy resuenan con fuerza en mi corazón: “¿Y quién sabe si para un tiempo como este has llegado al reino?” (Est 4,14).

Ese versículo no solo habla de Ester; también habla de nosotros. Dios nos ha puesto en este momento de la historia, con todos sus desafíos y sombras, porque cuenta con nosotros. Nuestra vida tiene un propósito y puede ser luz para otros.

Fe en lugar de ansiedad

Como madre, no puedo permitir que mis hijos crezcan viendo solo mi ansiedad; ellos necesitan ver mi confianza en Dios. No se trata de negar los peligros reales que enfrentamos. Sería ingenuo decir que todo está bien cuando no lo está. Pero sí se trata de reconocer que el Señor es más grande que cualquier tragedia y que, en medio de la incertidumbre, nos llama a actuar con valentía y esperanza.

Tal vez tú también has sentido ese mismo miedo: por tus hijos, tu familia o tu país. Hoy quiero recordarte, y recordarme a mí misma, que no caminamos solos. Cristo está con nosotros, y su Espíritu nos fortalece para dar testimonio en este tiempo.

Así como Ester ayunó y oró antes de presentarse al rey, también nosotros estamos llamados a profundizar en la oración, a buscar la guía del Señor y a ser valientes. Porque hemos sido creados “para un tiempo como este”. Y aunque el mal grite fuerte, la victoria pertenece al Señor.

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